No es fácil definir qué son los sueños, puesto que una definición que no sea meramente descriptiva, sino que atienda a la esencia de lo definido, exige conocer su aspecto fundamental y éste, en el caso de los sueños, todavía se nos escapa en parte.
Factores que intervienen en los sueños.
Los sueños son escenas que imaginamos mientras dormimos. Se producen, por tanto, al margen de nuestra voluntad, interviniendo, tanto en su origen como en su desarrollo, factores somáticos y psíquicos.
Los factores somáticos son las sensaciones corporales, ya sean de tipo táctil, de presión, de dolor, acústicas, visuales, etc., y son, normalmente, las que ponen en marcha la imaginación. Los factores psíquicos corresponden, por un lado, a la memoria —que se puede considerar como el archivo de donde la imaginación extrae los datos para la construcción de las imágenes y escenas soñadas—, y, por otro, al componente afectivo-emocional que acompaña a los sucesos ya vividos.
La secuencia del fenómeno onírico sería ésta: una sensación, durante el sueño REM, evoca en la memoria escenas que tienen algo que ver con tal sensación y, dentro de estas escenas, se reviven aquellas que, por su proximidad en el tiempo o su viveza afectivo- emotiva, se rememoran con mayor facilidad.
¿Qué son los sueños y alucinaciones?
La imaginación actúa tanto en los sueños como en la vigilia, pero hay una diferencia radical entre ambas situaciones: en la vigilia el sujeto es consciente de que lo que imagina no es real; el que duerme, en cambio, toma como real lo que sueña. Freud hablaba, por esta razón, del fenómeno alucinatorio de los sueños.
Se habla de alucinación cuando un sujeto toma como real lo que sólo existe en su imaginación. Ahora bien, para que se considere como algo patológico, indicio de un trastorno mental, es necesario que el sujeto esté despierto.
En los sueños, al estar dormido el individuo, su conciencia también lo está, y por ello no es capaz de distinguir entre lo real y lo ilusorio; por tanto, no se puede considerar como patológico: hablar de fenómeno alucinatorio en los sueños puede, así, inducir a error.
Una situación más próxima a la alucinación la tenemos en las imágenes hipnagógicas, es decir, aquellas que el sujeto percibe con gran nitidez y colorido, y que se dan en el estado de duerme-vela que precede al sueño.
En este caso se trata también de una ilusión, pero el sujeto duda sobre su carácter real o imaginario. Se explica que tales imágenes hipnagógicas no aparezcan con claridad como ilusión porque la conciencia se halla en una situación intermedia entre la vigilia y el sueño.
Por la falta de conciencia —una de cuyas consecuencias es no distinguir entre lo real y lo imaginario—, la responsabilidad moral o ética del sujeto que sueña es nula. Algunos pueden quedar intranquilos porque el que sueña calibra el alcance moral de la acción que realiza, pero ese ejercicio se halla en el mismo plano que lo soñado, es decir, que de la misma manera que las escenas soñadas son reminiscencia de escenas vividas, también en la memoria del que sueña hay un recuerdo de lo que es obrar bien o mal.
Ahora bien, su conciencia, en cuanto que no actúa en esa situación onírica, no puede responsabilizarse de la decisión tomada.