¿Qué papel desempeña el sueño?

¿Qué papel desempeña el sueño? ¿Qué efectos puede tener la falta de sueño?

Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, y este tiempo de sueño no es tiempo perdido; es un tiempo esencial para la reconstrucción y la regeneración.

Desde hace unos veinte años, los investigadores han progresado en la comprensión del papel del sueño, principalmente observando lo que ocurre cuando no dormimos, o cuando no dormimos lo suficiente.

Los efectos de la falta de sueño :

La falta de sueño provoca trastornos del humor (irritabilidad, inestabilidad emocional), inestabilidad motora, dificultad para centrar la atención, trastornos de la sensibilidad (hormigueo en las extremidades, aumento de la sensibilidad al dolor, etc.), trastornos visuales (hormigueo en los ojos, visión borrosa, etc.), trastornos del pensamiento (ideación más lenta, dificultad para ordenar las ideas, aumento de la sugestionabilidad, etc.), trastornos de la memoria, sensación de cansancio con alteración del estado de alerta y somnolencia. Estos problemas desaparecen en cuanto la persona ha dormido lo suficiente.

Sueño y atención:

En los niños, la falta de sueño puede ser especialmente problemática. Según un estudio realizado en Estados Unidos, los alumnos que sufren trastornos del sueño tienen más «probabilidades» de obtener malas notas en determinadas asignaturas como matemáticas, lectura o escritura.

Los expertos recomiendan un periodo de sueño de entre 11 y 13 horas para los alumnos de guardería y primer curso, y de entre 10 y 11 horas para los de primaria.

Falta de sueño y obesidad:

Desde el primer estudio de Locard en 1992, que proponía un vínculo entre la duración del sueño y la obesidad infantil, varios equipos han intentado aclarar la existencia de este vínculo.

Hoy en día, ya no hay ninguna duda: existe una relación negativa entre la duración del sueño y la obesidad.

El mecanismo de este vínculo se estudió en el marco del Wisconsin Sleep Cohort Study. Se ha confirmado la asociación entre la duración del sueño inferior a 8 horas y la obesidad.

A partir de los trabajos del grupo de Chicago dirigido por Eve Van Cauter, se estableció experimentalmente que la privación aguda de sueño era responsable de una alteración del metabolismo de los hidratos de carbono. Las personas que dormían 5 horas presentaban una disminución de la leptina y un aumento de la grelina.

La leptina y la grelina son hormonas que regulan el apetito. Los cambios observados se asocian a un aumento del apetito, lo que explica el aumento de peso observado en las personas que duermen poco.

Así pues, podemos establecer un paralelismo, sobre todo en Estados Unidos, entre la epidemia de obesidad y la falta de sueño. Y esto es especialmente cierto en el caso de los niños.

Un papel en la regulación cardiaca e inmunitaria, el equilibrio del humor y la prevención de la enfermedad de Alzheimer

La privación de sueño también tiene consecuencias en la regulación inmunitaria, con una disminución de los linfocitos y alteraciones de otros sistemas inmunorreguladores. En particular, el organismo es más susceptible a las infecciones y a los cánceres hormono dependientes; los cánceres de mama y de próstata son más frecuentes en las personas privadas de sueño.

En cuanto a las enfermedades neurodegenerativas, durante los periodos de sueño, ciertas zonas del cerebro experimentan un proceso de limpieza neuronal que elimina las sustancias amiloides y las proteínas tau implicadas en enfermedades como el Alzheimer. Esta función de limpieza se lleva a cabo exclusivamente durante el sueño. Por último, podríamos añadir que dormir poco, o incluso muy poco, es más probable que provoque depresión.

¿Es la privación del sueño un mal moderno?

Los estudios actuales muestran una disminución general del tiempo medio de sueño, y más concretamente en determinados grupos de edad. Entre los adolescentes, en particular, se ha demostrado que sólo duermen una media de 7 horas y 45 minutos a la semana, cuando sus necesidades de sueño se sitúan entre 9 y 10 horas por noche.

Como consecuencia de acostarse tarde, típico de este grupo de edad (15-25 años), se produce una privación de sueño entre los adolescentes que tienen que levantarse temprano para ir a la escuela, pero tienen una vida social que se ajusta a las normas de la adolescencia. Desde los años 70, los adolescentes han perdido una media de 2 horas de sueño por noche.

La privación crónica de sueño es frecuente entre los conductores profesionales (especialmente los conductores de vehículos pesados), pero también en otras profesiones naturalmente expuestas, como los trabajadores por turnos (que trabajan en turnos alternos, como 3 x 8) y los trabajadores nocturnos.

La mayoría de los estudios muestran que estos trabajadores por turnos duermen de media entre una y dos horas menos cada 24 horas. El resultado es una privación crónica de sueño que se compensa de forma incompleta durante los periodos de descanso.