Una de las críticas más común y más de fondo es que la teoría de Freud carece de base científica, y esto aplicado a sus dos aspectos fundamentales: que los sueños tengan siempre sentido y que este sentido deba pasar enmascarado para aparecer en los sueños.
Excesiva importancia de la libido.
Según Freud, el sentido de los sueños es satisfacer un deseo libidinoso. El punto de partida para esta afirmación es la comparación que establece entre la situación del que va a dormir y del feto en el seno materno: cuando vamos a dormir nos despojamos de los vestidos y quedamos como cuando venimos al mundo; es como una regresión a la vida intrauterina.
En el seno materno el nuevo ser encuentra quietud, calor, carencia de estímulos, como le sucede al que se ha acostado. Esta vuelta a la época intrauterina lleva al narcisismo primitivo y a la satisfacción alucinatoria de los deseos, siendo el narcisismo un egoísmo libidinoso. En el sueño, pues, lo mismo que en el estado vigil, la libido es para Freud el principal, por no decir el único, motor.
Por otra parte, en tanto que Freud considera la psique humana como un mecanismo neurológico, en ésta —como en cualquier mecanismo— todo está determinado; por ello, las reacciones se pueden predeterminar si conocemos su modo de funcionar. En consecuencia, la conducta humana y los sueños tienen sentido —como lo tienen las operaciones de una máquina—, y éste se puede conocer.
Lógicamente, pocos psiquiatras y neurólogos están de acuerdo con estas afirmaciones. Por un lado, no consideran el sueño como una regresión al período fetal ni dan carácter libidinoso a lo soñado. Estas afirmaciones de Freud no tienen una base científica y, a lo sumo, se pueden entender como opiniones de un psiquiatra.
Por otra parte, el sistema nervioso, en esta época de auge informático, se compara a un ordenador, si bien lo más correcto sería decir que los ordenadores intentan copiar el modo de funcionar del cerebro.
Pero la psique no es identificable con el cerebro, por lo que resulta inapropiado parangonar su funcionamiento con el de una máquina. En mi ensayo Inteligencia humana e inteligencia artificial me extiendo en estas explicaciones; remito al lector interesado en el problema “mente-cerebro” a su lectura, ya que aquí nos llevaría mucho tiempo.
Importancia del contenido latente de los sueños.
Tampoco se suele aceptar que en los sueños tenga que haber un enmascaramiento de su contenido para pasar la censura del superego. No deja de ser chocante que durante el sueño, cuando no somos conscientes, el superego ejerza de censor sobre aspectos y temas en los que estando el sujeto despierto no ejerce.
Por otra parte, hay sueños en los que no hay nada críptico, sino que los deseos y la realización de los mismos son patentes. ¿Por qué en unos casos hay censura y en otros no? Si no se acepta el hecho de que en los sueños tenga que haber un disfraz, lógicamente tampoco se acepta el simbolismo, la condensación y la transferencia, esto es, los procedimientos que según Freud tiene el subconsciente para burlar la censura del superego.
Desde luego, donde coinciden los críticos de la doctrina de Freud sobre los sueños es en considerar totalmente subjetiva la simbología onírica de este autor. De hecho, según ella, cualquier imagen, cualquier escena soñada, cae en la calificación de libidinosa.