Desconectando del exterior, el comienzo del sueño
Desconectando del exterior, cuando dormimos, nuestro grado de conciencia disminuye. Al replegarnos sobre nosotros mismos desconectando en gran parte nuestras relaciones con el exterior, nos hacemos menos conscientes aunque ese centro organizador y luminoso que es nuestra conciencia no haya desaparecido.
Ya sabemos como llega ésto a suceder. Se bloquean los estímulos que nos llegan del exterior y que se perciben como conocidos y no peligrosos con lo que la actividad cerebral puede disminuir aunque continúe trabajando.
Todo el mundo ha experimentado el placer de despertarse por sí mismo a la hora que previamente a su sueño había pensado, i A la hora en punto y sin necesidad de reloj! . Eso sólo porque nuestra mente es capaz de contar el tiempo mientras duerme y de sentir lo que ocurre a su alrededor aunque el menor caso que hace de todo ello significa que trabaja descansando.
Los experimentos destinados a conocer qué ocurre en la mente durante el sueño, han sido muchos y cada vez más complejos. Un modo un tanto tosco era el de someter al durmiente a una serie de estímulos acústicos más o menos fuertes en distintos momentos de su sueño y comprobar sus reacciones.
Poco a poco las técnicas se han ido sofisticando y hoy se dispone de un arsenal de sistemas de registro, no sólo de la actividad mental sino también de otros procesos fisiológicos como el tono muscular, el movimiento de la pupila, la presión sanguínea y el funcionamiento del corazón y pulmones, etc.
El sistema que más datos ha proporcionado sobre la actividad mental del individuo que duerme es la electroencefalografía, que consiste en registrar en un gráfico continuo las ondas cerebrales producidas por la actividad cerebral, mediante conexiones localizadas en la cabeza que recogen las señales eléctricas emitidas por el cerebro mientras trabaja.
Como es de suponer, los trazados gráficos del electroencefalograma son distintos para el mismo sujeto cuando éste duerme o está despierto. Y, aún dentro de esos estados, se observan notables diferencias.
En la vigilia el trabajo cerebral no es el mismo cuando se atiende a unos estímulos o a otros o cuando se resuelve un problema que cuando se cierran los ojos y se deja vagar la mente.
En el sueño ocurre un fenómeno parecido. A lo largo de la noche, los registros son diferentes por etapas, lo que indica claramente que la profundidad del sueño pasa por fases distintas.