Los asuntos que con más frecuencia constituyen la materia de los sueños corresponden a sucesos recientes, pero a veces se vuelve a cosas pasadas hace años y aparentemente olvidadas. En esas ocasiones, que suelen ser contadas, los recuerdos conservan una gran precisión. Algunos de estos sueños han pasado a la literatura médica y ya se pueden considerar como clásicos. Me voy a referir a algunos de ellos.
El primero lo relata Maury y, de forma un tanto condensada, lo resumo así:
Durante algún tiempo le venía a la cabeza, varias veces al día, la palabra Mussidan, de la que sólo sabía que era el nombre de una ciudad francesa. Una noche soñó que estaba hablando con una persona que acababa de llegar de Mussidan. Maury le preguntó dónde se hallaba tal ciudad y el viajero le contestó que era capital de distrito del departamento de Dordoña.
Al despertar, no dio crédito a la información obtenida en el sueño. Para comprobarla buscó en un diccionario geográfico y pudo atestiguar su exactitud. Este dato, que había aprendido en su infancia, quedó después totalmente olvidado y fue recordado con precisión durante el ensueño.
El otro relato, de Delboeuf, es el siguiente:
Soñó que en el patio de su casa aparecían dos lagartijas bajo la nieve: estaban medio heladas. Tras recogerlas y calentarlas, las introdujo en una grieta del muro con unas hojas de un helécho que sabía que comían. Se acordaba del nombre de tal helécho: asplenium ruta muralis.
Delboeuf conocía muy pocas plantas por su nombre latino, por lo que, al despertar, quedó sorprendido y creyó haber inventado ese nombre. Cogió un libro de botánica, buscó helécho en el índice de materias y, en las páginas dedicadas a estas plantas, pudo encontrar el asplenium ruta muraría. Entre lo soñado y el diccionario sólo había el pequeño error de muralis por muraría.
Esto sucedió en 1862 y, 16 años más tarde, Delboeuf encontró en casa de un amigo un pequeño álbum de plantas secas. Al verlo sintió surgir en su memoria un lejano recuerdo. Lo abrió y allí encontró el asplenium ruta muraría. Se trataba de un herbario que él había regalado a su amigo en 1860.
Esta precisión en el recuerdo de datos que yacen desde hace largo tiempo en el olvido se da también en ocasiones mientras estamos despiertos. Posiblemente, cuando dormimos aparecen circunstancias favorables para este tipo de recuerdos. En primer lugar, porque el gran número de imágenes, pensamientos y preocupaciones que tenemos durante la vigilia desaparecen en el sueño; en segundo lugar, porque lo que soñamos suele tener gran viveza y nitidez.
Todos hemos observado que rostros o paisajes que no podemos recordar cuando estamos despiertos, o que los recordamos bastante borrosos, en sueños se manifiestan con toda claridad, como si estuvieran presentes. Esta claridad en los recuerdos soñados puede explicarnos lo que algunos refieren: la solución de problemas o cuestiones que durante la vigilia no se consiguen resolver.